Después de dos años y con ochenta y ocho libras menos, puedo decir que mi pérdida de peso es permanente. Pero no se trata solo de pérdida de peso físico. Para perder esa cantidad de peso es más importante aún perder peso mental. Si quieres bajar de peso físico, tienes que primero perder peso ‘’por dentro’’.

Fueron tantas las veces que intenté, y logré, bajar de peso, pero siempre, siempre lo recuperaba y, de hecho, recuperaba más del que había perdido. Hice todas las dietas de moda: la dieta de la sopa de repollo, comer solo zanahoria y papas, conté calorías, la dieta Atkins, la dieta Keto.  Tomé pastillas de esas que te prometen resultados rápidos y permanentes. Todas, todas esas cosas lograron que perdiera peso, pero con ninguna logré perderlo de manera definitiva. La frustración por haber ganado peso nuevamente me llevaba a comer abundantemente, a autocompadecerme, a decirme cosas como ‘’soy gorda, es mi constitución, mi naturaleza’’, todo para justificar mi exceso de peso.

Pero, ¿Por qué a pesar de todos los esfuerzos, no alcanzaba el resultado deseado? Era evidente que algo no estaba haciendo bien.

Al cumplir 50 años, hice una reflexión de lo que había sido mi vida hasta ese momento. Me causó mucho pesar ver que mi realidad era muy distinta a lo que yo había ‘’planificado’’. De todas las cosas que me disgustaban de mi vida, el sobrepeso, más bien la obesidad, volvió a aparecer como protagonista de mis decepciones. Por un momento me sentí triste, pues pensé que ya a los 50 años nada podía hacer en ese sentido, pues todos los ‘’expertos’’ decían que mientras más edad tienes, más difícil se hace perder peso.

Y entonces, sucedió. Dentro de mi reflexión tuve un momento de iluminación. La realidad que, más que obesidad física, padecía de Obesidad Mental.  Te preguntarás, ¿Qué es Obesidad Mental?

Basada en mi experiencia, yo defino la obesidad mental como el exceso de programaciones y pensamientos mentales que te llevan a tener una relación inadecuada con la comida, y contigo misma, y que traen, como consecuencia, obesidad física y/o estancamiento personal.

Cuando entendí esto, mi vida cambió, para siempre. Supe que, para perder peso físico, para tener la energía que necesitaba para emprender todos esos proyectos que debía haber alcanzado a mis 50 años, tenía que deshacerme de la obesidad mental.  Y decidí, con plena conciencia, que era momento de actuar, para perder el exceso de todos los pesos que me agobiaban y estancaban, para siempre, y así alcanzar esa vida que tanto anhelaba y que merecía. Tenía muy claro que debía perder pesos para ganarme a mi misma.

El proceso de pérdida de peso, tanto físico como mental, me llevó a reencontrarme, a transformarme en esa persona que era, y que, debido a los excesos, se había ocultado. Dejé de ser mi principal saboteadora, para ser mi principal colaboradora.  Me convertí en mi prioridad número uno, sin sentirme culpable por ello, y fui feliz, plenamente feliz.

Fueron muchas las lecciones aprendidas, pero la más importante, y la base de toda mi transformación, lo fue reconocer la importancia del amor propio. Sin eso, nada es posible.  ¿Y cómo logré tenerlo? Comprometiéndome conmigo misma. El autocompromiso es la base sobre la que mi cambio fue edificado. Gracias al autocompromiso reprogramé mi mente, hice las paces con mi pasado, me perdoné por los errores cometidos, asumí la responsabilidad absoluta de mi vida, y tomé las decisiones necesarias para alcanzar mi propósito, que más allá de bajar de peso, era el sentirme satisfecha, a gusto, conmigo misma. Por primera vez en mi vida me sentí verdaderamente libre. Me liberé del peso físico, mental, emocional, del pasado. ¡TRIUNFE! Te puedo asegurar que es la sensación más gratificante que existe.

Hoy, dos años después de haber pesado 246 libras, puedo decirte que, a mis 158 libras, estoy viviendo el mejor momento de mi vida, y me encantaría que pudieras vivir lo mismo. Es por eso que te invito a mi webinar ‘’Perdiendo pesos para ganarte a ti misma’’.